MISIÓN
APÓSTOLICA
El escenario de
la misión consiste en conocer la
realidad de nuestro mundo:
-
Desigualdad social y económica,
injusticia, pobreza, exclusión…
-
Problemática infantil, juvenil,
ancianos, género…
-
Movimientos
socio-culturales-económicos…
-
Neoliberalismo, globalización,
posmodernidad…
Aquí, la acción misionera, debe ser
operativa, transformadora de la realidad; promotora de alternativas de vida:
nuevo Orden.
Uno no es misionero porque hace misiones;
sino que hace misión porque es misionero:
La dimensión teologal de la misión
Nuestra misión
es la misión de Dios:
Expresión de una
experiencia íntima de Dios-Salvador = salida al mundo, “Pueblo de Dios”.
Con
radicalización de un modo de ser y participar en su Causa.
Se trata – no
sólo de “hacer”. Cuanto de situarse en la raíz de todo lo nuestro: Dios.
Sólo hay misión
– si Dios permanece vivo en nuestras vidas.
Si Dios sigue
diciendo su Palabra y Él es el protagonista. Y si mi querer conecta con el
querer de Dios, su causa.
De lo contrario,
me convierto en “trabajador autónomo”, o por cuenta ajena, extraña a las
intenciones salvíficas de Dios: “El
primer cometido misionero, las personas consagradas lo tienen hacia sí mismo:
conciencia de vocación-consagración, con apertura del corazón a la acción del
Espíritu” nos decía (Juan Pablo II)
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